De entrada, una reflexión:

"How far you go in life depends on your being tender with the young, compassionate with the aged, sympathetic with the striving and tolerant with the weak and strong. Because someday in life you will haven been all of these."

-George Washington Carver-
(1864-1943)

miércoles, 18 de mayo de 2011

Caracterizando las lenguas de especialidad: ejes

Podríamos decir que hay tantas lenguas de especialidad como disciplinas científicas, y debemos mencionar a su vez las subdisciplinas que surgen dentro de las mismas. Como ejemplo podemos citar el Lenguaje de la Medicina como área de conocimiento global, que abarcaría otras subdisciplinas o ramas como la Pedagogía, la Geriatría o la Ginecología. Todas ellas compartirán unas características gramaticales comunes. Sin embargo, las diferentes subdisciplinas podrían ser catalogadas como variedades de uso que diferirán entre sí en el léxico propio de cada una de ellas; ya que  tendrán una terminología específica acorde con las realidades que conceptualiza o representa.

Si nos centramos, por ejemplo, en el lenguaje propio utilizado por especialistas de la Cardiología, estaremos hablando de una especialidad del ámbito de la Medicina, que se recoge dentro del lenguaje científico-técnico.

Existen dos variables que ayudan a caracterizar el lenguaje científico (así como a cada una de las lenguas de especialidad), según el uso que se hace de él en determinadas situaciones comunicativas:

- el eje de la variación horizontal: guarda relación con la temática y la perspectiva con la que se trata dentro la disciplina en cuestión. En nuestro caso, el tema que tratan los especialistas es “el remodelado ventricular y la insuficiencia cardíaca” que podemos clasificar como especializado.

- el eje de la variación vertical: en el que se trata el grado de abstracción con que se trata el tema. Distinguimos tres tipos de discurso según el grado de especialización de los interlocutores: especializado (de especialista a especialista), semi-especializado (destinado al personal que está formándose en una disciplina) y divulgativo (dirigido al público general). 

viernes, 13 de mayo de 2011

El idioma castellano

Hoy, vamos a tratar el tema del lenguaje desde un punto de vista más cómico e informal. Para ello, os dejo un poema que pertenece a uno de los autores más relevantes de la época dorada de la parodia teatral en España, Pablo Parellada (Alias: Melitón González). Disfrutad de esta reflexión sobre la lengua castellana: 



EL IDIOMA CASTELLANO
Señores un servidor:
Pedro Pérez Baticola,
cual la Academia Española,
«limpia, fija y da esplendor».

Pero yo lo hago mejor;
y no son ganas de hablar,
pues les voy a demostrar
que es preciso meter mano
al idioma castellano
donde hay mucho que arreglar.

¿Me quieren decir por qué,
en tamaño y en esencia,
hay esa gran diferencia
entre un buque y un buqué?

¿Por el acento? Pues yo,
por esa insignificancia,
no concibo la distancia
de un presidio a presidió.

Ni de tomas a Tomás,
de un paleto a paletó
ni de topo a que topó
ni de colas a Colás.

Mas dejemos el acento
que convierte, como ves,
las ingles en un inglés
y vamos con otro cuento.

¿A ustedes no les asombra
que diciendo chico y chica,
majo y maja, rico y rica
no digamos hombre y hombra?

Y la frase tan oída
del marido y la mujer
¿por qué no tiene que ser
el marido y la marida?

El sexo a hablar nos obliga
a cada cual como digo;
si es hombre, me voy contigo;
si es mujer, me voy contiga.

¿Por qué llamamos tortero
al que elabora una torta
y al sastre que ternos corta
no le llamamos ternero?

Como tampoco imagino
ni el diccionario me explica
por qué al que gorros fabrica
no se le llama gorrino.

¿Por qué las Josefas son
por Pepitas conocidas,
como si fueran salidas
de las tripas de un melón?

¿Por qué el de Cuenca no es cuenco,
bodoque el que va de boda,
y al que los árboles poda
no se le llama podenco?

Cometa está mal escrito
y por eso no me peta;
¿hay en el cielo un cometa
que cometa algún delito?

Y no habrá quien no conciba
que llamarle firmamento
al cielo, es un esperpento;
¿quién va a firmar allá arriba?

¿Y es posible que persona
alguna acepte el criterio
de que llamen monasterio
donde no hay ninguna mona?

De igual manera me quejo
al ver que un libro es un tomo;
será un tomo si lo tomo
y si no lo tomo, un dejo.

De largo sacan largueza
en lugar de larguedad;
y de corto, cortedad,
en vez de sacar corteza.

Si el que bebe es bebedor,
el sitio es el bebedero,
y hay que llamar comedero
a lo que hoy es comedor.

Comedor será quien coma,
como es bebedor quien bebe:
y de esta manera debe
modificarse el idioma.

¿Y vuestra vista no mira
lo mismo que yo lo miro,
que quien descerreja un tiro
dispara, pero no tira?

Este verbo y más de mil
en nuestro idioma es un barro;
tira el que tira del carro,
no quien dispara un fusil.

Si se le llama mirón
al que está mirando mucho,
cuando ladre mucho un chucho,
hay que llamarle ladrón;

porque la sílaba –on
indica aumento, y extraño
que a un ramo de gran tamaño
no se le llame Ramón.

Y, por la misma razón,
si los que estáis escuchando
un buen rato estáis pasando,
estáis pasando un ratón.

¿Y no es tremenda gansada
en los teatros que sea
denominada platea
lo que nunca platea nada?

De la cárcel al rector
se le llama carcelero;
luego a quien es director
de una prisión, ¡por favor!
Hay que llamar prisionero.

Ya basta para quedar
convencido el más profano
que el idioma castellano
tiene mucho que arreglar.

Aquí se acaba la historia.
Si ahora, para terminar,
unas palmadas me dan,
ustedes no extrañarán
que les llame palmatorias.
Autor: Pablo Parellada, ”Melitón González”

lunes, 9 de mayo de 2011

Clasificando las lenguas de especialidad: Géneros

Hemos definido las lenguas de especialidad como vehículos de comunicación entre especialistas, que se desarrollan en ámbitos profesionales concretos y son fruto de la necesidad de trasmitir información. Por lo tanto, como vehículos comunicativos que son, las lenguas de especialidad se “materializan” en productos verbales (ya sean mediante un canal oral o escrito) cuyas características variarán en función de la situación comunicativa y de los tipos de interlocutor. 

Para aproximarnos al estudio de estos productos textuales y poder establecer una clasificación, se han establecido los géneros discursivos y las tipologías textuales. Podemos definir los géneros como la categorización de formas de discurso estereotipadas que ocurren con frecuencia en determinadas situaciones comunicativas. Por lo tanto, son reconocidas por una comunidad de hablantes específica que haciendo uso de ellas conseguirá una interacción comunicativa satisfactoria. Dependiendo del ámbito profesional en el que nos encontremos, podemos reconocer como géneros discursivos un contrato, una receta médica, una guía turística, una noticia o un informe pericial.

 Por consiguiente, estaríamos hablando de géneros discursivos cuando hablamos de las categorizaciones de productos textuales o de formas verbales. Para poder realizar estas clasificaciones es necesario que se cumplan una serie de características comunes entre todas las formas de una misma categoría, que conformen los rasgos definitorios de la misma: que se produzcan dentro de determinadas situaciones comunicativas, compartan interlocutores específicos, mismo ámbito profesional, misma forma de organizar la información y con una serie de recursos lingüísticos que se repita en todas las manifestaciones textuales. En consecuencia, vemos que la caracterización de género discursivo está delimitada tanto por las características lingüísticas de un lenguaje como por las variables socio-culturales y pragmáticas en las que se encuadra. Además, un determinado género discursivo estaría estandarizado por todos estos aspectos que están convencionalizados, que lo conforman como tal y lo diferencian de los demás géneros.

sábado, 7 de mayo de 2011

Origen de una nueva disciplina: Las lenguas de especialidad

Una vez que hemos hablado sobre la controversia que existe para definir el concepto de lenguas de especialidad, haremos un breve recorrido por el origen y desarrollo de esta nueva disciplina, hasta llegar a la situación de esta disciplina en la actualidad. Para ello, nos remontamos a los años 60, cuando se acuña el término ESP (English for Specific Purposes) que recoge este nuevo área de conocimiento.

El interés surgido por esta nueva disciplina fue fruto de las necesidades comunicativas acarreadas tras la Segunda Guerra Mundial, cuando la comunicación internacional era imprescindible para el desarrollo de una economía mundial, que fomentaba las relaciones entre los países y daba paso al fenómeno que hoy conocemos como globalización. Además, con el desarrollo de la ciencia y la técnica que se produjo en ese momento, surgieron nuevas realidades y nuevos conceptos que debían ser denominados y traducidos para conseguir una mayor difusión del conocimiento.

Para hacer posible esa comunicación entre países de lenguas diferentes y contribuir a la propagación de un conocimiento compartido, el inglés trascendió como lingua franca, convirtiéndose de la misma manera en requisito imprescindible en la preparación académica de futuros profesionales. Poco a poco, el aprendizaje de un inglés general fue desembocando en la necesidad de una especialización, acorde con las exigencias que cada ámbito profesional imponía.

Pero la consolidación de esta disciplina como tal no fue tarea fácil, debido a la dificultad que entraña el definir los límites del propio objeto de estudio. Todavía hoy resulta complicado delimitar el horizonte que separa la lengua general de las lenguas de especialidad, ya que no podemos concebir la segunda sin los cimientos de la primera.

Una vez consolidada ya como disciplina, y con el paso del tiempo, se adoptaron diferentes enfoques en el estudio de las lenguas de especialidad: en principio se partía de esquemas léxico-gramaticales para realizar estudios contrastivos de éstas con la lengua general. Más tarde, con la llegada de la Pragmática como un nuevo paradigma lingüístico y de los estudios del análisis del discurso, la atención recaerá sobre aspectos comunicativos y situaciones de uso de las lenguas de especialidad.

Por tanto, podemos afirmar que en la actualidad,el estudio de las lenguas de especialidad se hace tanto desde una perspectiva lingüística como desde una dimensión pragmático-comunicativa. 

lunes, 18 de abril de 2011

¿Qué son las lenguas de especialidad?


El concepto de lenguas de especialidad ha tenido mucho auge entre los estudios de lingüística en los últimos años. Concretamente la rama de Lingüística Aplicada ha sido la encargada de estudiar este tipo de códigos o subcódigos empleados en diferentes ámbitos profesionales. Pero en concreto, ¿cómo podríamos definir el concepto de lengua de especialidad? Porque es cierto que se han llevado a cabo numerosas investigaciones en relación a este tema, pero todavía existen conceptos por determinar. Los límites entre la lengua general y la lengua de especialidad no están claramente delimitados, ya que la segunda no puede concebirse sin el apoyo de la primera.  

Por lo tanto, podemos definir las lenguas de especialidad de tres maneras posibles:

1)   Como una variedad de la lengua general, que contiene léxico especializado y propio del área profesional que representa. Así pues, hablaríamos principalmente de vocabulario (sin olvidar algunas estructuras gramaticales propias de ciertas áreas de conocimiento).

2)      Como lenguajes completamente diferentes de la lengua general e independientes de ella, ya que tendrían léxico propio, estructuras características, situaciones de uso concretas e interlocutores especializados. Un ejemplo que apoya esta teoría sería el de un paciente que no entiende la conversación entre dos médicos, o un cliente que no entiende a su abogado.

3)      Como subcódigos dependientes de la lengua general, que viven de ella y se sirven de parte de su vocabulario y estructuras gramaticales. De tal modo que se englobaría dentro de ésta, conformando una variedad funcional realizada en determinados contextos y mediante determinados interlocutores.

En mi opinión, la teoría más acertada sería la tercera por dos razones principales: no estoy de acuerdo en afirmar que los lenguajes de especialidad se limiten a ser simplemente vocabulario específico. Es cierto que el rasgo principal que lo diferencia de la lengua general es el léxico propio, pero no es el único. No debemos olvidar que, por ejemplo en el lenguaje jurídico, hay muchos elementos más que le confieren ese estatus de lenguaje de especialidad (rasgos léxicos, lingüísticos, pragmáticos, etc.). Y en segundo lugar, las lenguas de especialidad se sirven de la lengua general para conformarse como tales, jugando esta un papel base primordial.

En resumen, no deberíamos hablar de las lenguas de especialidad como códigos totalmente independientes y autónomos, ni ligar excesivamente su existencia a la lengua general. La necesidad de nombrar nuevas realidades y de representarlas en determinados sectores profesionales ha dado lugar al “nacimiento” de estas variedades, que precisan todavía de investigaciones que ayuden a asentar los cimientos de este nuevo campo de estudio.